Mis razones para nunca dejar de hacer deporte
Muchos piensan que estoy loca cuando les digo que me levanto a las seis de la mañana para entrenar, o cuando me preguntan qué planes tengo para el fin de semana y les respondo que entrenar, o cuando llega el verano y yo sigo con mis rutinas. Probablemente lo esté, pero a mí me gusta estar loca....las cuerdas solo te atan.
Tengo muchísimos motivos para entrenar, muchos, y cada uno de ellos aporta algo a mi vida.
Está claro que casi todo el mundo que entrena y sigue unas rutinas lo hace para verse mejor. Es cierto, la constancia en el entrenamiento se nota en tu cuerpo. Te empiezas a ver más formada, tus brazos más fuertes, tus piernas con forma, el culete más duro y la tripa va cogiendo tono. Te das cuenta de que tu resistencia va aumentando, que tus tiempos mejoran, que las repeticiones que antes te parecían un mundo empiezan a ser pan comido.
Pues bien, yo también estoy dentro de este grupo. Me gusta entrenar, es cierto que veo los resultados, que si comparo fotos veo como mi cuerpo ha ido evolucionando, y sigue haciéndolo, hacia lo que a mí me gusta. Mis piernas (la parte que menos me gusta de mi cuerpo, aunque estas cosas no se deberían compartir) tienen mejor aspecto, aunque creo que aún me queda mucho para conseguir lo que quiero. Mis brazos están definidos, no de una forma exagerada, pero creo que hacen un buen equipo con mis hombros. Mi tripa cada día que pasa, gracias a mis tablas de abdominales, tiene mejor aspecto...y me gusta. Y el culete ahí va...poco a poco, lento pero seguro.

Pero aparte de verme mejor me gusta entrenar por muchas razones:
· En ese momento no existe nada más que yo. Mi vida para, se calma, mis historias pasan a un segundo plano, me olvido de todo, solo soy yo. La que levanta el peso, la que empieza a sudar como una loca, la que repite y repite hasta alcanzar el numero indicado, la que no se vence aunque vengan más series, la que sube el ritmo para intentar lograr bajar de los 5 minutos el kilómetro, la que mira el contador y piensa ¡venga! Otro kilómetro más, una canción más y paro...solo yo.
· Me gusta superarme. No soy competitiva con el resto, solo conmigo. Mis marcas son solo mías. Son las que yo consigo, no me importan las de los demás. Soy yo la que las mejora. Y os digo algo, evolucionar en el deporte es una sensación increíble. Y cuando no solo lo ves tú sino que quien te rodea lo reconoce, te gusta.
· Es, sin duda, la mejor terapia, la mejor pastilla para dormir, la mejor forma de acumular optimismo y llenar tu cuerpo de energía. Prueba a entrenar antes de ir a trabajar....¡no habrá quien te pare! Eso sí...a la cama pronto o acabarás petando.
· Una de las mejores sensaciones que he tenido es la que te llena el cuerpo justo después de haber terminado tu entrenamiento. Cuando llegas a la puerta de casa después de tu carrera, bajas el ritmo y caminas unos metros para bajar las pulsaciones y notas como tu corazón salta...en realidad te está haciendo la ola porque eres una campeona. O cuando terminas tu tabla y te derrumbas en la colchoneta y empiezas a estirar cada centímetro de tu cuerpo, te levantas y caminas a los vestuarios pensando...¡hecho! Y cuando te metes en la ducha, ¿qué me dices?...el mejor momento del entrenamiento.
Así que ya sabes. Busca tus motivos. No pares hasta encontrarlos. Y una vez los encuentres agárrate bien fuerte a ellos y no pares. Cada vez empezar te costará menos, cada vez te verás más cerca de donde quieres llegar, y cuando llegues, mira hacia delante y sigue.
Esto es toda una aventura...bienvenida!