Mi pasión blanca
Creo que el deporte te proporciona unas sensaciones increíbles; terminar las repeticiones de tus series, bajar de tu marca corriendo, llegar a la meta de una media maratón, sudar como una campeona en clase de boxeo...pero otra gran sensación es deslizarte por una montaña hasta arriba de nieve, disfrutando de cada giro hasta llegar de nuevo al remonte.
A disfrutar de esta sensación aprendí, como tantas otras cosas, de la mano de mi padre. Él era un apasionado de la nieve, del esquí y de la montaña. Ir con él a esquiar era verle disfrutar de cada segundo, y sobre todo, disfrutaba al ver que algo que a él le apasionaba podía compartirlo conmigo. Aún recuerdo esas subidas a la Sierra de Madrid, los madrugones para estar a primerísima hora porque cerraban el aparcamiento, las mil bajadas detrás de él, siguiendo su huella, aprendiendo su técnica, cómo apurábamos hasta que iban a cerrar las pistas y hacíamos la última bajada, y los atascos de regreso a casa con la satisfacción de haber pasado un día increíble. Así era mi padre, increíble en todo.

Esa afición se ha quedado conmigo. Ahora la comparto con mi hijo y con mis amigos. Disfruto de lo que él me enseñó, conozco infinidad de estaciones, intento hacerlo mejor cada día, y si la previsión meteorológica es mala y de repente nos sorprende el sol, siempre creo que es gracias a él.
Intento volver todos los años a Formigal. Esa era su estación. Allí me siento como en casa. La he visto crecer, de ser un único valle a convertirse en lo que es hoy. De subir en el huevo a las pistas, a montarte en una silla desembragable que te lleva a toda velocidad a la cima. Es mi cita anual ineludible con esta estación. Ahora en ella creo recuerdos nuevos, recuerdos muy buenos.
Este deporte me ha llevado fuera de España. He recorrido las pistas de Zermatt, con su monte Cervino impresionante acompañándome en todas ellas, Gstaad con sus 220 kilómetros repartidos en 100 pistas, St Anton, la cuna del esquí alpino, con unos cuántos kilómetros más que la anterior, y el área de Dolomiti que te permite esquiar cada día en una zona diferente. Sin lugar a dudas mi preferida es Zermatt.
Me gusta este deporte. Me gusta la sensación de que mis piernas arden mientras bajo por las pistas. Me gusta disfrutar de un buen fuera de pista, de cara a la pendiente y sin cerrar el giro. Me gusta respirar el aire frío y estar rodeada de montañas vestidas de blanco. Me gusta compartirlo. Me gusta disfrutarlo.

Esta es otra pequeña parcela de mi aventura. Ponte tus esquís y disfrútala conmigo.
