Haciendo el corazón más fuerte
Mi post de hoy nada tiene que ver con fitness ni moda, salvo que los acelerones de corazón sean una de las formas por las que el corazón esté más fuerte y definido.
Mi post de hoy es una historia. Una historia de 730 días que oyeron el pistoletazo de salida con un amarillo pollo y un blanco alpinweiss que sin quererlo se mezclaron con guacamole, margaritas y mojitos.
730 días de idas y venidas, risas, kilómetros, olas, viajes; un tren y un avión, una ración de queso y croquetas y algún que otro desayuno de domingo, un menú compartido, ¿has oído esta canción?...cuando la escuches acuérdate de mi. Un cielo lleno de estrellas en versión original.
Curvas y más curvas. En cualquier superficie. Sobre cuatro, dos o ninguna rueda. Históricos. Letras y más letras; de mensajes, de canciones o tatuajes. Imágenes y me gusta. Proyectos y retos iniciados, en blanco con gris...ese blanco que sabe a limpio.
17.520 horas de luces naranjas en el Samsung, de ticks azules en el WhatsApp, de ojos verdes, el verde de tu cerveza, de blancos en forma de copos, del negro con poca luz a la luz intensa del cielo, el rojo del fuego que se acerca y ese color único de los vaqueros desgastados.
Días y horas que no caben en un Excel. Días de querer estar en otro sitio, contando hasta seis. De no dejar de mirar, ni querer ni poder. Días de kilómetros de distancia y horas de milímetros de proximidad. Días de no puedo soltarme, días de si, días de no. Horas cultivando membrillos o adiestrando mascotas.
Días y horas de apostar todo a un color para que al final acabe saliendo el otro. Días y horas irrepetibles, días y horas con su sabor y su olor. Días y horas en el disco duro, sin poder resetear. Aquí no vale apaga y enciende.
730 días o 17.520 horas de intensidad, de aun me tiembla el pulso, de si tu no vas ya no es lo mismo, de batir récords antes de llegar a la rotonda, mira a ver quién llega a la nube más alta...pero siempre acabas subiendo un poco más.
Días y horas que transformarías en el resto de una vida. Una vida al lado de una loca, porque recuerda, las cuerdas atan.